Y por fin llegamos a Viena, yo tenía hasta ganas de llorar...lo que no sabía era que desde la señal de la foto, la que marca mi llegada a Viena, hasta el hotel, aún quedaban más de dos horas de pedaleo. De todos modos no deja de ser un placer eso de pedalear por las calles de Viena porque la capital austriaca cuenta con un sin fin de carriles-bici, sobre todo alrededor del anillo donde se encuentran la mayoría de los monumentos más importantes.
2 comentarios:
unas vacaciones muy inteligentes ... muy pero que muy bien
Gracias Carlos, han sido, divertidas, diferentes e interesantes sobre todo para el espíritu. Nos han cundido, si. Besotes y ya sabes, ¡anímate!
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